Carta a Cartagena de Indias.
Mis días comenzarían como cualquiera si tuviera que despertarme temprano y como siempre me quedaría durmiendo 'cinco minuticos más'. Así pasó hace una semana, pero no, aquel día no era como cualquier otro. Resulta que me invitaron a pasar el día en Cartagena, lo raro es que sería díficil conseguir el permiso de mis papás pero como obra mágica de lo alto me lo concedieron.
Durante el viaje tuve la mejor compañía de todas, incluso tuvimos tiempo de dormir en el camino casi una hora porque la noche anterior no habíamos descansado y despertamos demasiado temprano para disfrutar del día. (Alerta Arrayu'a)
-¿Qué tienes? - Me dijo Melo porque me notó un poco inquieta para acomodarme.
-Es que yo no suelo dormir en los viajes, me quedo despierta viendo el paisaje - (Sin romanticismo aunque parezca).
Definitivamente el sueño me venció y quedé rendida encima de su hombro.
¿Saben cuál era mi emoción? Hace mucho tiempo no viajaba, ni a Santa Marta que también está cerca, no solo eso, créanme cuando les digo que el lugar o el momento no es perfecto si no se disfruta con una excelente compañía. Se juntaron dos pasiones y entre ellas una gota de nostalgia y eso pasó cuando finalmente pisé tierras amuralladas.
Recuerdo la última vez que te vi y no has cambiado mucho. Tu aroma, tu cielo, tus murallas, tu gente y tu mar siguen siendo un espectáculo de emociones entre lo colonial y lo moderno. De hecho, creo que no has cambiado desde antes de reclamar tu independencia, aún hay caras extranjeras que quieren conocerte y nuestros hermanos africanos han dejado su huella.
Cartagena, me viste crecer en periodos intermitentes y entre ellos siempre me gustó quererte . Porque antes no dejaba de visitarte y me hacia ciudadana de tus tierras, me sentía parte de ellas, de tu gente.
Entonces, esta vez que vuelvo a verte tengo ojos diferentes porque comencé a detallar cada casa, cada estructura, tu arena y tu historia como si los libros se quedaran cortos ante tu belleza. No me engañaron, solo les faltaron palabras para describirte. Hay un pasado que no deja de pintarse en tus andenes y en tu arte.
Las revistas mienten acerca de ti, le venden solo una cara a la humanidad, pero tú eres más que eso, más que mar, más que colonia, más que la esclavitud que sembraron aquellos que ya se fueron... Cada persona es una cara de ti. Hay una ciudad más detrás de tu centro histórico, hay una población que se enorgullece de ti, que no deja de quererte, de cuidarte y trasladarte hacia lugares extranjeros.
Pero ¿sabes, Cartagena? En mi soledad me gusta verte, con mi compañía; me gusta compartirte.
Saludos desde Tierras hermanas. Con mucho cariño.