sábado, 29 de mayo de 2010

Ojos abiertos.

De estas mañanas con repentina lluvia se me ha vuelto la cabeza una algarabía de pensamientos y entre ellos se cuelan las noches que he pasado despierta “mirando” la penumbra y resulta una chispa viva dentro de mi cabeza, inmediatamente el recuerdo de mi piel viaja a la suavidad de las sábanas de mi cama, el frío de la noche y la oscuridad absoluta ¡Y si supieran cómo se siente eso!

Sin más, se crea una película: comienzas escuchando rezos absurdos a lo lejos “¿Estaré en una iglesia?” La cálida voz que solo un cura sabrá expresar intercediendo por un alma y los llantos han pasado a estremecerte “¡Condenada pesadilla que estoy viviendo!” Pero aquellas voces se alejan mientras suena, lo que parece ser una puerta, has vivido la descripción del silencio cuando estás convencido de que estás vivo porque escuchas más que tu respiración y tu corazón palpitando.

Aún tienes la confianza estúpida de que es un sueño, sin embargo al parpadear notas que tus ojos siguen abiertos, la confusión comienza a reinar tu cabeza, clavas las manos a los costados intentando rescatar alguna silueta conocida pero notas lo estrecho que está todo, “Alguna salida” y se desata el ardor profundo de tus inseguridades al tiempo de maldecir la situación “¿¡Qué demonios pasa!?” entonces comprendes tu cárcel e incrustas tus manos al techo de 15 centímetros de altura, te clavas perfectamente para empezar una lucha con la madera fornida, tus manos marchando al ritmo acelerado del corazón al momento que la adrenalina recorre cada una de tus extremidades. La desesperación que comienza a desahogarse en gritos ahogados por las paredes del ataúd y pensar que al abrir tus ojos solo vez oscuridad absoluta, que la misma desesperación saca con intensidad lágrimas de tus ojos y tus brazos ya están astillados por rasgar la madera, que tus uñas se han perdido entre tanta sangre y las piernas ya no las sientes tuyas, que la angustia estrangula tu garganta y aún no ves un estúpido destello de luz ¡Pero ahora no le dices estúpida a tu salvación cuando la necesitas! Y ya no entiendes cómo pero lograste romper el armazón y has tragado kilos de arena, se te ha embutido en las heridas, tal vez la única forma de salir sería un milagro y lo ruegas con ansias... Todo por decirle al mundo que aún sigues vivo.